5 de noviembre de 2012

Ocho largos meses de espera

Publicado por telmonollega

Cuando fuí plenamente consciente de que no me quedaba embarazada entré como en una especie de estado de 'shock'. Evidentemente, mi subconsciente era capaz de adivinar lo que venía a partir de ese momento y eso era, seguramente, lo que me mantenía paralizada. Me pasé días ensimismada, distraída, envuelta en una fina neblina, fría, húmeda, que me aislaba de todo y de todos. No podía pensar, no podía trabajar, no podía dormir, no era capaz de tomar una decisión. Un estado de aletargamiento que duró poco más de quince días, quince días eternos. A partir de ahí, tomé aire, miré al frente y decidí afrontar definitivamente que empezaba un duro camino, sin trazado definido y sin final determinado. Pero, quería hacerlo y me sentía con fuerzas. Había decidido ser madre y no estaba dispuesta a abandonar mi objetivo así como así. 

Lo primero que te planteas cuando tienes que buscar ayuda médica es ¿dónde acudo? ¿sanidad pública o sanidad privada? Durante semanas estuve dándole vueltas y más vueltas a este tema, sopesando los pros y los contras de ambas opciones y poniendo en una balanza las ventajas y los inconvenientes de decantarme por una de ellas o por las dos al mismo tiempo.

El primer paso fue ir a la Seguridad Social. Mi comunidad autónoma es una de las que tienen una unidad de reproducción, que trata problemas de infertilidad. Tenía ya tenía 35 años y estaba a punto de cumplir los 36, así que no podía pararme a pensar en exceso. Y, desde luego, lo que no me podía imaginar era que iban a tardar la friolera de 8 meses en llamarme para una primera consulta. Ocho largos y tediosos meses, sólo para una primera aproximación al problema.

Cualquier mujer en mi situación se puede imaginar la angustia que pasé en esos ocho meses, siempre acompañados de un hilito de esperanza por si en algún momento la naturaleza obraba un milagro. Pero no fue así, seguí mes a mes recibiendo la visita de mi menstruación, vivaracha y puntual. Cuanto más insistente se hacía su presencia, más decaído estaba mi ánimo.

Entretanto acudí a un centro privado a realizarme una exploración ginecológica completa, que estaba dentro de los parámetros normales. Mientras, seguía esperando tan ansiada cita y aprovechando la espera para informarme de los centros de reproducción asistida que más cerca que quedaban de casa y con mejores referencias. En definitiva, empezar a tirar del hilo de una madeja que tiene cientos y cientos de metros…….

Cuando ya estaba plenamente convencida de ir a un centro privado, apareció Murphy con su Ley. Sí, me llamaron, por fin. Ya estoy dentro del Sistema Público de Salud. Ahora todo será coser y cantar, seguro (qué ingenua).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue con el blog, me parece precioso cómo nos explicas tu experiencia.
Laura19751975

telmonollega on 9 de noviembre de 2012, 5:11 dijo...

Gracias Laura por tus comentarios, es una aliciente ver que ayudas a gente en tu misma o parecida situación. Me alegra que me sigas

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