Se acerca la Navidad y nosotros sin regalo. De vez en cuanto, me siento atraida por esos escaparates repletos de bolas de colores y papa noeles, a cada cual más sofisticado. Siempre me ha llamado poderosamente la atención como ha evolucionado la decoración navideña estos últimos años. Atrás quedaron los tradicionales, y porqué no decirlo un poco anacrónicos, belenes, con su musgito, sus pastorcitos, su virgencita. No se si tendrá algo que ver el creciente laicismo, pero los adornos más abstractos se han abierto paso y cada año se superan. Pero yo, este año, no tengo ganas de fiestas. Yo, de por sí, no soy mucho de celebraciones predeterminadas y enlatadas, pero si hubiera una cosita en nuestras vidas, todo sería diferente. Los niñ@s se pirran por las luces, los colores, la purpurina.... y que mejor excusa que un niñ@ en casa, para entregarse de lleno a comprar de forma compulsiva todo tipo de cachivaches que recuerden que estamos en Navidad.
Algunos pueden pensar que esto es fustigarse de forma innecesaria, pero más bien creo que es una especie de purga, un duelo encubierto, una frustración mal canalizada, no sé. Lo que está claro, es que, este año, hemos acordado, ambos dos, no celebrar la Navidad.
2 comentarios:
Hola Sisi. Te sigo, y confieso que me ha gustado tánto tu blog, que yo también he empezado uno. Tenemos tánto que contar...
En fín, totalmente de acuerdo contigo al respecto de lo de las Navidades... Muchos besoss
Muchas gracias lilitth, ya me dirás cual es la dirección de tu blog para hacerme seguidora inmediatamente, juntas será más fácil conseguirlo, ya verás. Un beso
Publicar un comentario