Cuando
fuí plenamente consciente de que no me quedaba embarazada entré como en una
especie de estado de 'shock'. Evidentemente, mi subconsciente era capaz de
adivinar lo que venía a partir de ese momento y eso era, seguramente, lo que me
mantenía paralizada. Me pasé días ensimismada, distraída, envuelta en una fina
neblina, fría, húmeda, que me aislaba de todo y de todos. No podía pensar, no
podía trabajar, no podía dormir, no era capaz de tomar una decisión. Un estado
de aletargamiento que duró poco más de quince días, quince días eternos. A
partir de ahí, tomé aire, miré al frente y decidí afrontar definitivamente que
empezaba un duro camino, sin trazado definido y sin final determinado. Pero,
quería hacerlo y me sentía con fuerzas. Había decidido ser madre y no estaba
dispuesta a abandonar mi objetivo así como así.
Lo
primero que te planteas cuando tienes que buscar ayuda médica es ¿dónde acudo?
¿sanidad pública o sanidad privada? Durante semanas estuve dándole vueltas y
más vueltas a este tema, sopesando los pros y los contras de ambas opciones y
poniendo en una balanza las ventajas y los inconvenientes de decantarme por una
de ellas o por las dos al mismo tiempo.
El
primer paso fue ir a la
Seguridad Social. Mi comunidad autónoma es una de las que
tienen una unidad de reproducción, que trata problemas de infertilidad. Tenía
ya tenía 35 años y estaba a punto de cumplir los 36, así que no podía pararme a
pensar en exceso. Y, desde luego, lo que no me podía imaginar era que iban a
tardar la friolera de 8 meses en llamarme para una primera consulta. Ocho
largos y tediosos meses, sólo para una primera aproximación al problema.
Cualquier mujer en mi situación se puede imaginar la angustia que pasé en esos
ocho meses, siempre acompañados de un hilito de esperanza por si en algún
momento la naturaleza obraba un milagro. Pero no fue así, seguí mes a mes
recibiendo la visita de mi menstruación, vivaracha y puntual. Cuanto más
insistente se hacía su presencia, más decaído estaba mi ánimo.
Entretanto
acudí a un centro privado a realizarme una exploración ginecológica completa,
que estaba dentro de los parámetros normales. Mientras, seguía esperando tan
ansiada cita y aprovechando la espera para informarme de los centros de
reproducción asistida que más cerca que quedaban de casa y con mejores
referencias. En definitiva, empezar a tirar del hilo de una madeja que tiene
cientos y cientos de metros…….
Cuando
ya estaba plenamente convencida de ir a un centro privado, apareció Murphy con
su Ley. Sí, me llamaron, por fin. Ya estoy dentro del Sistema Público de Salud.
Ahora todo será coser y cantar, seguro (qué ingenua).
2 comentarios:
Sigue con el blog, me parece precioso cómo nos explicas tu experiencia.
Laura19751975
Gracias Laura por tus comentarios, es una aliciente ver que ayudas a gente en tu misma o parecida situación. Me alegra que me sigas
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